A diferentes lugares que he viajado, se menciona mucho la
idea entre lo creyentes de tener un equilibrio entre la ley
y la gracia.
Una persona recientemente me dijo estas palabras;
“Gerardo, no podemos enseñar únicamente la gracia,
necesitamos enseñar la ley a todos los creyentes;
si nosotros no lo hacemos, la iglesia caerá de la
responsabilidad que tiene en el área moral delante
de Dios; La ley y la gracia, deben tomarse de la mano,
y llevarnos a donde quieran. DEBEMOS TENER UN EQUILIBRIO
“Tener tal pensamiento, sugiriere la idea
de que la ley tiene la misma capacidad
que Jesucristo”.
Dicha actitud mostrada por esta persona, es en realidad
un pensamiento fuera del orden divino. ¿Con quien puedes
equilibrar a Jesús? ¿Existe alguien fuera del Padre y del
Espíritu Santo que sean como Él?
Vayamos hasta el monte de la transfiguración, donde un apóstol
muy conocido por nosotros tuvo tal pensamiento. Allí, aparecieron
Moies y Elías. Moisés representa la ley, mientras que Elías,
representa a todos los profetas por los cuales Dios hablo en otro
tiempo. Pedro, asombrado por la transfiguración de su Señor dijo:
Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, es bueno para nosotros
que estemos aquí; si quieres, hagamos tres enramadas: una
para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.--(Mateo 17:4)
Pedro pensó que al momento que se aparecieron los tres, era
necesario otorgarles el mismo honor y lugar. Pero escucho
la reprensión que vino del cielo a tal sugerencia.
Mientras el aun hablaba, una nube de luz los cubrió; y he
aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi hijo
amado, en quien tengo complacencia; a él oíd…Y alzando
ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
(Mateo 17: 5,- 8)
Ni Moisés o la ley, ni Elías o los profetas tienen la suficiente
capacidad para igualarse con Jesús, quien afirma contundentemente
su igualdad con Dios. No existe, ni ha existido, ni existirá,
un equilibrio entre la ley y la gracia, ya que ambas tienen una
diferente función. Vivir en tan gran fabula, únicamente ocasionara
en nuestras mentes la idea de que alguien puede ser igual a Jesús.
No ponemos en tela de juicio el propósito de la ley, de hecho,
la ley cumplió su propósito en ti y en mi cuando nos dimos cuenta
que no podíamos tener vida eterna por medio de esta. Fue en esa
posición que nosotros comenzamos a clamar al Cristo Viviente,
quien ya nos esperaba con los brazos abiertos para recibirnos.
Ahí vemos el propósito de la ley, y su trabajo es seguir obrando
en los inconversos, para que entren en un estado de desesperación
y se den cuenta que por ella, nunca gozaran de la vida eterna.
La letra vieja (La Ley) ha sido reemplazada por la letra nueva
(La Gracia) Te pregunto, ¿Cómo puede lo finito caber en lo
infinito? ¿Puede acaso la tierra contener al universo?
¿Pondremos a México en Acapulco, a Estados Unidos en
Washington, a España en Madrid, o a Francia en Paris?
No podemos negar que estos tiempos existen “Pedros”,
que sinceramente, pero equivocadamente, han hecho una
enramada para Moisés, o para Elías queriendo dar un
equilibrio que tanto buscan.
Pero la reprensión no se ha hecho esperar, Dios se escucha
nuevamente, pero ahora su voz no proviene del cielo,
sino que su voz la podemos escuchar internamente y con
claridad; “! Este es mi Hijo amado en quien me complazco!”
Dios nos ha llamado a entender que Jesucristo es lo único
que necesitamos, por lo tanto, es necesario saber que ya
hemos salido de la nube para poder ver únicamente, y claramente
a Su Hijo amado; “Nuestro Todo”.
“! El es suficiente!” y tratar de equilibrarlo con alguien,
definitivamente, es un perdida de tiempo.
Descansa en la verdad de que no existe un equilibrio entre
la ley y la gracia, y vive en la libertad a la cual Dios
te ha llamado por gracia, sabiendo de antemano, que Su gracia,
jamás te llevara a pecar.
Director Ejecutivo Para
América Latina
Gerardo Vázquez
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